En este artículo, exploraremos este tema complejo y en constante evolución. Cada familia es única, con sus propias normas y formas de relacionarse. En escuelas, organizaciones e institutos, se establecen manuales de convivencia, pactos o vademécum, y en ellos se aborda el uso de la tecnología y las redes. Pero, ¿debemos intervenir en las dinámicas familiares de otros? Es un terreno delicado.

Nuestros adolescentes a menudo cuestionan por qué no tienen las mismas libertades que otros. ¿Por qué sus amigos pueden hacerlo todo y ellos no? Este artículo te ayudará a reflexionar sobre este desafío y cómo puedes influir en la educación de tus hijos en casa.

Mantener un diálogo abierto y brindarles las herramientas para navegar de manera segura en línea es esencial. La comunicación es clave.

Nuestra tarea es la de acompañar, orientar y analizar las experiencias en línea de nuestros hijos/as, brindando a nuestros herramientas de autoprotección y generando un ambiente de confianza.

Finalmente, compartiremos una anécdota que destaca la importancia de la comunicación y el entendimiento mutuo. A través de este artículo, te guiaremos en el viaje de educar a tus hijos adolescentes en un mundo tecnológico en constante cambio.

El origen de esta entrada es la siguiente pregunta:

Tengo 2 adolescentes, que con esto de la pandemia, lo único que encuentran interesante es la tecnología, ya que es con lo único que están en contacto con sus pares. Pero me encuentro que no hay control del otro lado.

Este es un tema complicado y va más allá de nuestro campo de acción. Yo con mis hijos comento que cada familia es única y en consecuencia tienen normas y maneras de relacionarse diferentes a las nuestras, ni buenas ni malas, distintas. 

Cada casa, familia, organización, escuela e instituto tienen sus normas para relacionarse, manuales de convivencia, pactos o vademécum y en ellos siempre hay un apartado sobre el uso de la tecnología y las redes, incluso hay quienes no las incluyen.

Es importante reflexionar en casa sobre este tema, los jóvenes deben implicarse en el proceso e y apropiarse de las normas establecidas por sus padres o tutores y entender que no en todas las casas ocurre de igual.

Ellos/as suelen preguntar: ¿por qué no tienen los mismos derechos o libertades que otros? ¿Por qué sus amigos pueden hacer de todo y ellos no? «Habrá que explicarle que quizás los padres de sus compañeros no han estudiado bien este problema, que las redes, las pantallas tienen consecuencias muy negativas para su cerebro, su inteligencia, su capacidad de concentración, sus resultados académicos, su salud, etc«. Michel Desmurget, 2020.

Pero: ¿somos nosotros los llamados a pedirles que incluyan este tema en su dinámica familiar? Creo que no, entramos en un terreno peligroso. Más vale detenernos a analizar y trabajar en casa, evaluar lo que nos funciona y qué aspectos requieren más atención.

Si se trata de intimidación, acoso, abuso lo recomendable es la mediación, brindar herramientas para poder enfrentar la situación, si ésta se nos escapa de las manos debemos actuar conforme al protocolo establecido en cada comunidad, espacio y legislación vigente. 

El bloqueo o ignorar los mensajes, puede ser una alternativa, siempre y cuando estos no atenten contra la integridad de nuestro hijo, hija o menor bajo nuestra responsabilidad.

Dependiendo de la naturaleza del problema, siempre puedes acudir a los centros de seguridad o canales de ayuda y denuncia de las redes sociales, apps y otras plataformas en línea, o pedir ayuda especializada en tu centro de salud, en el centro educativo o en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. En España puedes contactar con el 017 ya sea vía mensaje o llamando, este servicio es completamente confidencial.

Cada familia debe establecer los límites y nosotros no somos quienes para juzgar a nadie. 

Cada familia hace su mayor esfuerzo para ofrecer la mejor educación posible a sus hijos, esa es una premisa que debemos tomar siempre en cuenta. 

No podemos interferir en el uso y normas que se establecen los padres de los compañeros de nuestros hijos, dediquemos tiempo a educar en casa.

Pensemos, en algunos casos muchos padres y madres o responsables  no tiene acceso a información de calidad y documentación sobre este tema, muchos con dificultad hacen uso de un teléfono móvil, desconocen las redes sociales y sus implicaciones, en muy pocas oportunidades se han sentado frente a un ordenador… ¿Cómo podemos pedirles que hagan una mediación en este tipo de situaciones? 

Una posible causa de la ausencia de acompañamiento on line es el desconocimiento en el uso de los dispositivos de conexión a internet de los padres o tutores, ellos tienen la obligación de cuidar y responder por bienestar de los niños a su cuidado.

Podemos influir en nuestro terreno, en nuestro campo de acción, en casa debemos: acompañar, orientar y analizar las situaciones y experiencias on-line. Nuestra responsabilidad debe fundamentarse en brindarles herramientas de auto protección y,  sobre todas las cosas, generar un clima de confianza para que ellos y ellas se sientan cómodos y cómodas comentándonos aquellas situaciones que se escapan de su alcance. Educar es la clave.

Un anécdota:

Hace unos años cuando mi hijo mayor tenía 9 ó 10 años me preguntó:

  • Papá ¿Qué es el porno?
  • ¿A qué viene esa pregunta? – Contesté con gran interés-
  • Papá, ¡es que mis compañeros de clase ven porno!
  • ¿Tú has visto porno?
  • No, no yo no. Pero es que no hablan de otra cosa.

A partir de allí se generó una discusión muy interesante. Muchas situaciones se escapan de nuestras manos, debemos esforzarnos en generar la confianza y libertad para comentar distintas situaciones, sean estas de experiencias on-line o no. 

En conclusión, la dinámica digital en la vida de nuestros hijos adolescentes es un reto que todos los padres enfrentamos en esta era tecnológica. Si bien no podemos controlar las normas de otras familias o la exposición de nuestros hijos a la tecnología en su totalidad, sí tenemos la capacidad y la responsabilidad de influir en su educación en casa. Fomentar la comunicación abierta, brindar herramientas para la autorreflexión y la protección en línea, y generar un ambiente de confianza son pilares fundamentales en este viaje. Como padres, no solo les enseñamos a navegar por el mundo digital, sino que también aprendemos de ellos, fortaleciendo así los vínculos familiares en esta emocionante travesía hacia el futuro. Juntos, podemos guiar a nuestros hijos hacia un uso positivo y seguro de la tecnología en un mundo que está en constante evolución.